"Trinidad.
Ahora era el comienzo de agosto, era hora de que volviera a trabajar y tenía mucho que hacer. Tenía que encontrar a qué personas contratar como mis «asistentes del reino» y por supuesto eso significaba que necesitaba darle a mi jefe de seguridad y beta, Vicente, y a mi asistente personal, Gabriel, más trabajo que hacer.
No tuve que llamar a ninguno de ellos al castillo para la reunión. Para empezar, ambos tenían sus residencias dentro del castillo. Y para colmo, ambos trabajaban estrechamente conmigo todos los días. Ellos eran solo algunas de las personas que podían ver cuán locamente ocupada estaba casi cada segundo de cada día. Tal vez les alegrará saber que quiero ayuda de otras personas.
—Vicente, ¿puedes venir aquí por un momento? —Lo llamé desde su posición cerca del fondo de la habitación—. Tú también, Gabriel. —El último de ellos estaba parado detrás de mí y había estado esperando instrucciones.