—Trinidad.
La siguiente mañana, volvía a sentirme nerviosa. Sabía que necesitaba concluir el castigo del Fae oscuro, pero eso no significaba que lo fuera a disfrutar y pasar un buen rato. Esto era trabajo, negocio, y nada más.
Sé que estaba sentada allí, mirando sombríamente durante el desayuno. No hablé con nadie, y apenas si hice contacto visual con los que estaban a mi alrededor. Estaba tratando de ponerme en la mentalidad correcta para privar a la gente de la magia y desterrarlos a un páramo por el resto de sus vidas.
Sí, esto iba a ser fácil.
Una vez que terminamos de comer, era hora de ir a la mazmorra. Athair mòr y la Tía Gloria vendrían conmigo, Reece, Gabriel, Vicente, Shawn, Dietrich, Shane, y David. No se me dio permiso para ir sin mis guardias y asistente, por supuesto, yo como Reina Diosa no podía manejarme por mí misma sin los grandes y fuertes hombres conmigo.