—Trinidad
Regresaba del claro, alejándome de la batalla, mientras la otra oleada avanzaba hacia el campo de batalla. En mi camino de regreso vi que Reece me miraba atentamente.
—Hola, Lobo Feroz, sabes que tienes que salir ahí y hacer lo tuyo para que podamos atrapar a la abuela, ¿verdad? —Le sonreí cuando le hablé.
No estaba exactamente de buen humor o feliz con algo. Era solo la adrenalina de la pelea, el impulso de todo. Esa adrenalina estaba haciendo que mi cuerpo pasara por un subidón natural que inevitablemente me llevaba a estar más animada de lo que normalmente estaría en una situación como esta.
—Mientras este Lobo Feroz no tenga que comerse a esa abuela, entonces estoy de acuerdo —Reece jugó conmigo antes de tirarme hacia sus brazos.
Reece pudo haberme correspondido con la broma, pero pude sentir la tensión en su cuerpo. Ya podía adivinar lo que vendría a continuación.