—¿Qué sugieres que hagamos aquí? —La pregunta era de Reece, y me la dirigía a mí—. Supongo que había hecho más que suficiente para demostrar mi valía últimamente, tanto así que a quien todos ahora recurrían en esta crisis era a mí.
—Bueno, no sé cuántos enemigos nos enfrentaremos, pero voy a suponer que el Fae oscuro tiene un vasto número en sus filas ya que los Fae solían necesitar la ayuda de los lobos sólo para luchar contra ellos. Con eso en mente, creo que necesitamos convocar aquí a tantas personas como podamos. Necesitaremos tener tantos guerreros disponibles como sea posible.
—Entonces, ¿vamos a llamar a los lobos? —Me preguntó la tía Gloria, acostumbrada a hacer eso en el pasado—. ¿Incluso responderán a una convocatoria mía ahora?
—No necesitan responder a tu convocatoria, tía Gloria —Respondí—. Responderán a mi convocatoria y no pueden rechazarla. Y no sólo estoy llamando a los lobos, estoy llamando a todos.
—¿Todos? —Athair mòr estaba asombrado por mi declaración.