—Trinidad
Observé cómo los hombres comenzaban a alejarse. Rhinum se volteó varias veces a mirarme como si estuviera más molesto por dejarnos. Podía sentir el dolor y la tristeza que le recorrían.
Sentí una lágrima correr por mi mejilla antes de que desaparecieran de la vista. Era como si se hubieran desvanecido hasta desaparecer, lo cual es lo que eran ahora. Habían estado ausentes tanto tiempo que no quedaba nada más que recuerdos.
—Ríon Trinidad, creo que hay algo más que quieres de mí, ¿no es así? —Fue como si la Diosa pudiera leer la verdad en mi mente o en mi corazón.
—Ya me has dado mucho, Danu, no puedo pedir más. —Mi voz se quebró, mi corazón dolió, y el dolor me llenó ante la mera idea de lo que quería.
—Nunca lo sabrás si no me lo pides, hija. Puede que ahora seas Ríon Trinidad, pero hubo un tiempo en tu vida en que eras una persona normal, y había algo que querías más que nada. Y ver a estos dos que ya han seguido adelante te ha hecho desear eso de nuevo, ¿no es así?