Acacia
Salí a pasar un día de chicas con mis hermanas. La invitación llegó tan repentinamente por la mañana que temí que algo estuviera mal, pero terminamos yendo al centro comercial, al que nunca había ido, y compramos muchas cosas nuevas.
La mayoría de mis hermanas que estaban casadas y apareadas vivían fuera del complejo y sabían lo que más necesitaría si iba a quedarme en Ciudad de Colorado con Cedro. Estaba tan feliz de que mi familia fuera tan solidaria y aceptara a mi compañero.
Cuando llegué a casa me sorprendió ver que Cedro estaba nervioso y emocionado. La vista de él me hizo sonreír, porque a pesar del abanico de emociones que mostraba, había una clara felicidad brillando en sus ojos.
—Hola. —Corrí hacia él para poder besarle la mejilla, mis bolsas casi olvidadas en mi prisa. Mientras corría hacia él, Cedro había agarrado mi cintura y me había acercado más a él, abrazándome fuerte y girándonos en círculos.