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—Lo estás haciendo bien, coronel —oí la voz decir desde cerca. Había escuchado esta voz antes, pero siempre en el fondo de mi mente. Nunca la había escuchado tan claramente.
—¿Realmente estás ahí? —tenía una sensación de saber quién era, pero no estaba seguro. No hasta que los escuchara más, cómo sonaban y qué tenían que decir.
—Sí, soy yo. Mira por aquí —la voz llamaba desde cerca de la pared. Me levanté y me acerqué a donde estaba la voz. Me parecía que el hombre que estaba hablando, con ese tono profundo y familiar, venía de la esquina.
Lo único que había en la esquina era un espejo de cuerpo entero. ¿Por qué estaba eso aquí? No había pedido que lo pusieran aquí cuando preparé estos cuarteles. Nunca había tenido razón para un espejo de pie como este. Aun así, de ahí era de donde venía la voz.
—Por aquí, coronel —la voz, mandona y fuerte, parecía que venía del propio espejo—. Ven aquí, soldado.