—¡Les aconsejo que no hagan nada precipitado! Hermanos, ¡lo que estamos sosteniendo no es un palo de fuego! —dijo Jack con enojo.
Tan pronto como terminó de hablar, más de diez miembros de la Secta del Dragón Negro armados con fusiles automáticos abrieron sus seguros y apuntaron a la persona.
En este estrecho corredor, Jack creía que una docena de fusiles automáticos eran suficientes para formar una defensa indestructible. Sin embargo, se equivocó, ¡y se equivocó extremadamente!
Cuando Oliver Walker escupió la colilla de cigarrillo en su boca, su intención asesina explotó.
Al mismo tiempo, George Lee y los demás también sacaron sus dagas y se prepararon para la carga.
—¡Disparen! —gritó.
—¡Dísparales! ¡Mátenlos!
—¡Puto! —dijo Jack, que sintió que algo estaba mal, al instante.
—Da da da...