Hacía ya más de medio siglo que el rey, Alfonso Claudiano, había ordenado la creación de la Santa Cofradía, esto con el propósito de combatir la amenaza latente que representaban los brujos y las brujas. Escogidos meticulosamente por la Religión, la organización eclesial más poderosa de Arcadia, un grupo de hombres y mujeres fueron reclutados para ser sometidos a un intenso entrenamiento y así, posteriormente, pasar a formar parte de la Santa Cofradía, siendo revestidos con el título de inquisidores. Serían estos los que se encargarían de combatir a la denominada Comunidad Oscura, la secta de magia negra mas peligrosa del país.
Liderados por Darko Acrópoli, autoproclamado hijo de Satán, los miembros de la Comunidad Oscura habían sembrado caos y muerte a su paso por toda Arcadia, en lo que se conoce, hasta hoy en día, como la era oscura. No fue hasta el año 1455 que el inquisidor general de Balgovia, Lissandro Baldomé, le pondría fin a dicha era tras derrotar y asesinar al temido líder de la secta en el Valle de los lamentos. Aquel suceso trajo consigo la disolución casi completa de la Comunidad Oscura, y asentó las bases para que los inquisidores de la Santa Cofradía se convirtieran en los mayores impartidores de justicia en el país. Estos se encargaron de perseguir a los brujos fugitivos que habían desertado de la secta de Acrópoli, así como también de condenar a quien fuera que hiciese uso de cualquier tipo de magia.
Lissandro Baldomé, por su parte, obtuvo el titulo de inquisidor mayor de Arcadia y posteriormente se le ofreció un cargo como cardenal de la Religión, cargo que rechazó alegando que su misión era limpiar al país de los brujos. Fue así que se dedicó, junto a un grupo de inquisidores que el mismo escogió, a llevar a la hoguera a todo aquel que osara practicar las artes oscuras.
Luego de una cacería de brujos y brujas, que duró más de una década, parecía que Arcadia volvía a la prosperidad que alguna vez tuvo, pues una sensación de paz y tranquilidad se había alojado en los pobladores de las distintas ciudades del país. La Comunidad Oscura quedó en la mente de las personas como una historia que enseñar en las escuelas en futuras generaciones, y los brujos relegados a cuentos de terror que alguno que otro viejo contaba en la plaza central para que los niños no pudieran pegar ojo en toda la noche. El trabajo de los inquisidores se redujo significativamente y muchas veces era simplemente asistir a acusaciones sin fundamento o castigar a uno que otro hereje que osara predicar sobre otros Dioses. Así fue durante unos años, hasta aquella noche de invierno del año 1482 cuando el inquisidor mayor , Lissandro Baldomé, recibió una carta que activaría las alarmas de toda Arcadia.