Esa isla aislada contenía algo misterioso. El nombre de esta isla rodeada por mar y separada de otros continentes era Chevalier. Había alrededor de cien isleños en ella.
La isla fue bendecida con recursos naturales, y no había contacto con el mundo exterior a excepción de los buques que pasaban. Las principales características de Chevalier son las cascadas y estanques que se encuentran en todo su territorio. Y entre ellos, la más destacada era la gran cascada en la cima de una montaña abismal en el centro de la isla. La distancia máxima de caída era de unos cien metros, y no había nadie que pudiera salir si la cuenca de inmersión se lo tragaba.
Aparte de la gran cascada, había una peculiaridad más en la isla de agua y vegetación llamada Chevalier: una extraña fortaleza erigida apilando piedras irregulares unas encima de otras. Se decía que ese chapitel tan desprovisto de uniformidad de repente había comenzado a ser construido por un lunático, cuya arquitectura artística había sido creada con la intención de no ser etiquetada como Oriental u Occidental. En realidad, nadie sabía si eso era cierto o no. Hasta hace unas pocas décadas, era un edificio secreto, dejado intacto como estaba. Un día, un grupo que había comprado un rincón de la isla repentinamente emigró a él, la comunidad que ya vivía en esa isla comenzó a llamarlos "Casa del culto", mientras que los propios habitantes de la fortaleza la llamaron "Utopía".
La hermana Lisbon, que había recibido la tarea de guiar a la viajera que había vagado por Utopía, miraba fijamente la entrada de un amplio porche que servía de puerta de entrada a Utopía. Lo que ella estaba observando no era el estado de la tormenta afuera sino a la viajera mientras desataba su desaliñado cabello. Sus hebras doradas eran brillantes debido a la absorción del agua de lluvia. Sus complejas trenzas ponían en evidencia su longitud real.
En sus manos cubiertas por guantes negros había una maleta con ruedas de aspecto pesado. Debajo de la chaqueta azul prusia que ella se quitó había un vestido blanco como la nieve. Tal vez debido a estar tan mojado, se adhirió al contorno de su cuerpo perfectamente, e incluso aquellas del mismo sexo tenían problemas para desviar sus ojos de esa vista.
La mujer era una persona hermosa con una mirada sombría, y su figura, suavemente mojada por la lluvia, se veía tan pura y lustrosa como un hada. Sin embargo, ella estaba envuelta en una atmósfera algo extravagante. A pesar de su apariencia frágil, una fuerza intrínseca, estaba presente en algún lugar dentro de ella.
— Estaré a su cuidado—. Aunque la voz de la mujer no era en absoluto ruidosa, en un lugar tan silencioso, resonaba más exquisitamente de lo normal.
Lisbon condujo a la mujer a una habitación utilizada cuando había visitas. Ella se sentó en el sofá de la habitación junto a una mesa de mármol. Tal vez debido a la temporada actual, o porque la construcción estaba hecha de piedras, el aire en la habitación se sentía frío.
— Soy la administradora del manejo de "Utopía". Mi nombre es Lisbon. Nosotros en Utopía te damos la bienvenida, a ti que estuviste perdida.
La esquina exterior de sus ojos estaba llena de pliegues y arrugas, Lisbon estaba vestida con túnicas negras junto con una cofia blanca, que era lo que todos en ese lugar usaban como capucha. Era el traje de monja predeterminado que a menudo se podía encontrar en cualquier parte del mundo. Excepto que la ropa de las monjas de Utopía tenía la cresta de una serpiente enredada en una gran espada bordada en el área del pecho.
— Un placer conocerla. Mi nombre es Violet Evergarden. Estoy agradecida por este favor. Tan pronto como sea posible cruzar el puente, me retiraré.
Aunque Violet no había dicho la palabra "frío" ni una sola vez, su piel estaba claramente azul. Siendo considerada, Lisbon puso más leña en la chimenea.
— Muchas gracias. ¿Puedo secar mi maleta?
Probablemente había cosas muy importantes dentro para que ella secara primero la maleta en vez de su propia ropa. Al abrir la maleta, Violet sacó un libro envuelto en varias telas y pañuelos. Tras una mirada más cercana, parecía ser un estuche en forma de libro. Había cartas dentro. Un suspiro escapó de los labios de Violet.
— ¿Son estas cartas importantes?— Preguntó Lisbon, y Violet habló sobre sus circunstancias.
Ella era una Auto-Memories Doll, y había venido a la isla por una petición. El trabajo ya estaba hecho. Además de escribir la carta del cliente, también había aceptado entregarla, y aunque todo lo que tenía que hacer era reunirse con el cartero para darle la carta, la tormenta la había atrapado.
— Entonces eres de una agencia postal. Nuestra utopía es un aliado de las personas, sin importar quiénes sean. Ahora, está bien que seques tu maleta, pero ¿no deberías calentar tu cuerpo también?
Como una toalla blanca que había sido preparada para ella fue colocada sobre su cabeza, Violet parecía una novia con velo. Una vez que le dieron ropa de monja como reemplazo y terminó de cambiarse, finalmente se sintió apaciguada y pudo hablar en detalle.
Lisbon reanudó la conversación
— Ya que nos hemos conocido, permíteme hablar también de nosotros. Nosotros, en Utopía, somos una organización que reverencia a cada Dios cuyo nombre se cita en la mitología mundial.
El vigor de la lluvia afuera parecía aumentar, y un trueno se podía escuchar en la distancia.
— El objetivo principal de las actividades de Utopía es promover la difusión y el culto de la mitología mundial, y a lo que le dedicamos la mayor parte de nuestra fuerza es a la preservación de los "semidioses". Señorita Violet, ¿sabes algo de los semidioses?
Violet negó en silencio con la cabeza.
Por un segundo, como si cortara la habitación a la mitad, un relámpago la llenó con un brillo blanco y pronto desapareció. Por la intensidad del ruido, Lisbon terminó poniéndose en guardia un poco, pero la Auto-Memories Doll delante de ella simplemente dirigió sus ojos hacia la ventana como si no viera nada fuera de lo común. Viéndolos desde un lado, sus orbes centellearon. Lisbon tosió, haciendo que la mirada de Violet volviera a donde estaba antes.
— Un semidiós es un niño nacido de una deidad y un ser humano. En nuestras escrituras, hay una leyenda famosa sobre un semidiós. El amor tuvo lugar entre un dios y una persona… mira aquí— Lisbon abrió un enorme, viejo y familiar libro que había quedado sobre la mesa. Parecía ser uno con muchas pinturas religiosas. Pasando sobre innumerables páginas, se detuvo a la mitad del libro—. Leamos la primera sección… "La diosa del conocimiento, Roses, descendió de los Cielos para vigilar el desarrollo de la civilización de las personas y se deslizó a la Tierra en forma de una joven humana. No podía permitir que su identidad fuera descubierta. Sin embargo, cuando Roses estaba cambiando de su forma humana a la de diosa para volver a los cielos, fue vista por un viajero. El hombre juró no revelarlo a nadie, pero pidió pasar una noche con Roses a cambio. Roses aceptó ese deseo y regresó a los Cielos al amanecer, sin embargo, no pasó ni un año antes de que reapareciera frente al hombre. Fue porque su hijo, un semidiós, había nacido. Roses tenía un marido en el cielo y, temiendo sus celos, le confió el niño al hombre. El semidiós dejado atrás heredó el raro poder intelectual de Roses, pero fue asesinado después de ganarse la envidia de las personas que se ahogaron en la presunción y llevaron la pompa hasta el extremo. Sinceramente, Roses simplemente esperó a que su hijo pasara por las puertas que llevaban al Cielo y al Inframundo"—… El dedo pálido de Lisbon mostraba la ilustración en esa página—. Estos ojos de diferentes clores. Uno es rojo, el otro dorado… y un largo, largo cabello de color gris lavanda, como si una sola gota de púrpura se hubiera derramado sobre la plata. Esta es la apariencia notable de la diosa del conocimiento, Roses. Se dice que enseñó palabras a la humanidad cuando ésta acababa de nacer.
— ¿Ese es el comienzo de los semidioses?
— No es solo esto. La mitología mundial es verdadera, y los semidioses también son reales. La mejor prueba es la semidiosa de la diosa Roses, Lady Lux, que vive en Utopía.
Por su experiencia, Lisbon estaba acostumbrada a desaires y burlas al decir esas cosas, pero Violet no hizo ninguna.
— ¿Por qué no podía Roses dejar que los humanos supieran que era una diosa?— Simplemente hizo una pregunta genuina que se le había ocurrido.
Lisbon sonrió satisfactoriamente.
— Buen punto. Desde el pasado, los dioses y los seres que poseían el don de la preeminencia fueron glorificados por las personas y sus existencias eran temidas, pero al mismo tiempo, eran objeto de confianza. Además, el poder de ser glorificado atrae la envidia. Ese fue el caso del hijo de Roses. Aparte de esta leyenda, ella dejó atrás a otros hijos de hombres—. Después de decir eso, Lisbon volvió a pasar las páginas—. Sin embargo, los resultados de eso no fueron positivos… En realidad, se suponía que Roses no debía dejar ir a sus hijos. Los semidioses son únicos tanto en los Cielos como en la Tierra. Sin embargo, en el mundo de los humanos, se destaca el poder que heredan de los dioses. Por su bien, es mejor para ellos vivir en los Cielos. Por eso, cuando encontramos un semidiós, lo escondemos y lo protegemos de la sociedad. Hasta que llegue el día de devolverlos al cielo… Esto está fuera de tema, pero señorita Violet, ¿tu nombre fue tomado de la diosa flor Violet?
— Sí, parece que sí—. Tal vez porque regresaron los recuerdos del padre que le había dado un nombre, Violet desvió la mirada.
— Aun así, como pensé… realmente te pareces profundamente a la diosa del combate, Garnet Spear—. Con el suave sonido del pasar de las páginas, Lisbon puso la escritura delante de Violet y la abrió.
Desplegada ahí había una diosa con armadura blanca sosteniendo una espada. Con su dorado cabello suelto, ella estaba mirando a lo lejos. Sus ojos eran azules e impresionantes. Definitivamente era muy similar a Violet.
— Esta ilustración es un retrato religioso hecho por un famoso pintor, y se dice que es su mejor obra maestra. Garnet Spear es amada por muchos tipos de artistas, y su imagen recibió numerosas formas. Aquí en Utopia, hay una sala decorada con obras de arte de dioses de la mitología de todo el mundo; permíteme llevarte allí mañana. También te contaré la anécdota de Garnet Spear más tarde. Señorita Violet. Hay otras cosas que quiero contarte y preguntarte. Cierto, si quieres, ¿debería darte un camafeo de Garnet Spear como señal de nuestro cierre?— Levantándose de su asiento, Lisbon sacó algo del cofre de la habitación y pronto regresó—. Creo que es adecuado que tengas esto. Es un camafeo hecho de ágata blanca por una de las monjas de Utopía. Este es un artículo que vendemos y se exporta al continente para pagar los gastos de nuestras actividades—. En la palma de su mano había un objeto de forma ovalada con la figura de la diosa esculpida en una piedra de ágata blanca.
Aferrándose al broche de esmeralda sujeto a su túnica, Violet dijo:
— Ya… ya tengo esto.
— Incluso si no te lo pones, puedes dejarlo a mano.
— No. No deseo tener ningún broche además de este.
Su actitud podría considerarse obstinada. Lisbon conservó su sonrisa, pero por dentro chasqueó la lengua.
No hay necesidad de apresurarse. Primero, demuestra afecto, predica nuestras enseñanzas y déjala hundirse en ellas.
La mirada de Lisbon no se había convertido en la de una monja que servía a los dioses, sino en la de una cazadora.