—Ves observó cómo distintos pilotos de mechas se presentaban para ser juzgados por Qilanxo —la sagrada diosa había recuperado algo de su imperiosidad en los últimos días—. Ya no irradiaba la impresión de una bestia vencida y herida.
—En su lugar, daba a la gente la impresión de que era una reina entre las bestias, una poderosa diosa con la capacidad de mirar desde arriba a los mortales como Ves y otros humanos.
—Varias pilotos de mechas Vandálicas femeninas se acercaron para hablar o convencer a Qilanxo de elegirlas como su jinete de bestias. Algunas encontraron la experiencia intimidante, hasta el punto de que sus rodillas empezaron a temblar en sus trajes de pilotaje.
—Otras exhibieron el coraje insensato de un ternero sin miedo al tigre. Ves miró profundamente en sus ojos y vio que no miraban a Qilanxo con respeto.
—Como una sagrada diosa derrotada por una sola explosión combinada, su derrota había sido ignominiosa y sin honor.