Los piratas eran muy sensibles a su estado exterior. Cuanto más impresionante parecía alguien, mayor era su importancia, y por ende, mayor el costo de ofenderles. Hasta ahora, parecía que su plan estaba funcionando.
—¿Quién eres tú? —uno de los sargentos piratas medio borrachos preguntó con cautela.
—Soy un emisario de los Sextos Vándalos Flagrantes. ¿Has oído hablar de nosotros?
—¿Eh? ¿Quiénes?
—¿Vándalos? Nunca he oído hablar de ellos. ¿Son fuertes?
—No lo sé. Parecen ser algo débiles si no han desarrollado cierta reputación por aquí.
—Sí, quizás este tipo está fingiendo. No sería la primera vez que algún niño rico del espacio civilizado viene aquí a meterse con nosotros, los despreciables.