—Para cuando Ves firmó biométricamente los alrededor de veinte documentos, sus dedos casi se encogieron —narró el autor—. Algunas organizaciones se contentaban con escanear el ADN o las pupilas de una persona, pero el Cuerpo de Mechs se adhería a un estándar mucho más riguroso. La gran cantidad de acciones que Ves necesitaba hacer para firmar cada documento fue un desafío en sí mismo. El Cuerpo de Mechs estaba decidido a prevenir que cualquier diseñador de mechas cometiera fraude o tergiversara la verdad.
—Ves entendió por qué, por supuesto. Los diseñadores de mechas principalmente diseñaban mechas, pero también eran ingenieros capaces. Solían sacar todo tipo de trucos, desde hackear los dispositivos que contenían los documentos virtuales y cambiar sus cláusulas, hasta presentar un androide controlado a distancia para que sirviera en su lugar.