El decaedro lo llevó a un planeta desconocido sin previo aviso. Si eso no fuera suficiente, su intervención había estropeado el proceso de transferencia, dejando a Ves en un extraño estado.
Su cuerpo, su equipo y Afortunado solo existían parcialmente en este planeta selvático. Podía respirar el aire y pararse en el suelo, pero cuando intentó tocar un árbol, sus manos lo atravesaron como si fuera un fantasma.
—¿Me estoy convirtiendo en mi madre?
Ves sacudió rápidamente la cabeza. No era momento para bromas. Realizó algunos experimentos más y descubrió que, además de respirar el aire, solo podía interactuar con el entorno de un par de maneras.
La observación más importante fue que no podía atravesar nada más grueso que la pierna de un mech. Cualquier cosa más grande se convirtió en un obstáculo para él. Por otro lado, también le permitió interactuar con el objeto.
—Afortunado, ven a intentar arañar este gran y viejo árbol.
