—¿Qué demonios?
Ves se volvió para enfrentarse a una cosa que nunca quiso volver a encontrar. El fantasma de su madre. —¡Tú!
—Hola, hijo mío. —Su madre sonrió mientras sostenía el mineral de alta calidad—. Has sido un chico travieso. Esto no te pertenece.
—¡Maldito fantasma! —Ves maldijo y se volvió hacia Afortunado—. ¡Vamos amigo, el fantasma está aquí! ¡Ataca!
Esperaba que su mascota se abalanzara sobre el fantasma y le arañara la cara, tal como había arañado la boca del rey devorador.
No esperaba que Afortunado lo ignorara por completo y siguiera masticando su último plato.
—¡Afortunado!
La sonrisa de su madre se volvió conocedora. —¿Has olvidado de dónde lo obtuviste en primer lugar?
El Sistema le había regalado Afortunado a Ves poco después de haberlo recibido. El Sistema venía de su padre, lo que significaba…
Su madre chasqueó los dedos. —Ven aquí.