A pesar de los daños de batalla que sufrió el PicoNegro, su brazo de escudo seguía siendo algo funcional. Melinda logró retraer la pala integrada en la parte trasera de su mecha y sostenerla como un hacha improvisada.
—¿Es esa una pala? —preguntó el Capitán Vicar con desconcierto—. Tu brazo ya se está cayendo a pedazos. ¡No te servirá de mucho!
—¡Eso me toca decidirlo a mí! —respondió Melinda mientras movía su mecha para enfrentarse al Havalax en la batalla.
La multitud se volvió extasiada ante la visceral intercambio de golpes. Ambas mechas empuñaron sus armas con diferentes grados de habilidad. Desafortunadamente, Melinda se vio en desventaja debido al hombro dañado de su mecha y a su relativa falta de experiencia en el combate con dos armas a la vez.
El Havalax mostró su poder al golpear la pala con su hacha. El PicoNegro apenas se aferró a la pala y se recuperó justo a tiempo para desviar otro golpe.