El Nautilus del Profundo avanzó hacia las profundidades del Paraíso de Moira. En esta era, los humanos preferían vivir sobre cielos azules y respirar aire fresco, pero algunos se las arreglaban sin ellos. En planetas acuáticos, la gran mayoría de la población vivía debajo de enormes cúpulas en el fondo de los océanos.
El Fuerte MacLellan se diferenciaba de esos asentamientos estáticos al poseer tanto sigilo como movilidad junto con un caparazón muy grueso. Combinadas, estas características convertían a la ciudadela flotante en uno de los mejores baluartes protegidos contra amenazas externas.
Al llegar el Nautilus a las coordenadas correctas, un puñado de rápidos transbordadores marinos descendieron sobre el barco de crucero. Oficiales de seguridad fuertemente armados con los colores de la MTA revisaron todo el barco de arriba a abajo. Incluso Ves y Raella tuvieron que someterse a un par de escáneres.