El sitio de construcción cobró vida con la llegada de los primeros envíos. Los prefabricados requerían poco esfuerzo para armarlos, aunque ocupaban una gran parte de la carga. El suelo y el terreno extremadamente rígidos dificultaban mucho la excavación, pero el equipo de construcción logró avanzar con la ayuda de excavadoras de alta potencia.
La primera ola de mechas mercenarios llegó poco después de que los transbordadores terminaron de transportar los materiales de construcción. A pesar de las instalaciones insuficientes, el plan pedía desempaquetarlos de inmediato para ayudar a asegurar la base.
Como se esperaba, ocurrieron muchas travesuras en el proceso de sacar los mechas de sus contenedores. Las extremidades parcialmente desprendidas requerían de un poco de delicadeza para volver a colocarlas en sus encajes. Tener que trabajar en las terribles condiciones al aire libre empeoró aún más todo.