No todos estaban de acuerdo en gastar 500 millones de créditos en una empresa extremadamente arriesgada. Uno de los ancianos se levantó y extendió sus manos.
—¡Me opongo!
Ves reconoció la delgada figura de Tercer Dlder Raymond Billingsley-Larkinson. Su físico se parecía al de Ves en que nunca había entrenado su cuerpo para soportar las rigurosidades de pilotar mechs. El anciano debía ser alguien que supervisaba las finanzas generales de la familia.
—¡Dejen que hable! —El abuelo Benjamín habló con fuerza, haciendo que todos cerraran la boca.
—Gracias Patriarca. Según nuestro análisis, aunque Ves ha superado el primer obstáculo y es capaz de fabricar mechs, su negocio no está en una posición ideal para mantener su nivel actual de rentabilidad. Es demasiado joven y sus activos ya se están depreciando mucho. —dijo el anciano.
