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Ves decidió no contratar mercenarios o guardias de seguridad privados. No solo su presencia inquietaría a los Protectores de la Fe, sino que tampoco sabía en quién confiar.
Así, su viaje de negocios al Protectorado de Ylvaine incrementó su sensación de aislamiento. A pesar de estar en una bulliciosa capital de un planeta moderadamente industrial, Ves se sentía muy solo, con solo los compañeros que había traído consigo para hacerle compañía.
Los Ylvainans no eran tan amables y abiertos con los extranjeros como los Reinaldans. No eran muchos los extranjeros que visitaban el Protectorado, así que los lugareños aquí no tenían mucha experiencia tratando con gente que no compartiera su cultura y creencias.
