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—No te entiendas mal —se defendió Ves—. Obviamente eres un buen piloto de mech, incluso si tienes que agradecer a tus tutores y tu contexto acomodado por ello. Emparejado con un mech que te queda como un guante, eres capaz de luchar contra un escuadrón de mechas por ti mismo. Sin embargo, disfrutas de un gran privilegio que la mayoría de los pilotos de mechs o incluso campeones de mechs no llegan a tener.
El Señor Javier entendió que Ves no tenía intención de insultarlo y se relajó un poco.
—Algunas personas nacen en una estación más alta que otras. Pero, ¿no crees que luché duro para llegar a donde estoy? ¡Los pilotos de mechs no llegan a ser tan buenos como yo si no pones suficiente esfuerzo! ¡Me merecía bien mi mech personalizado! Gracias por destruirlo, por cierto. Cuando las conversaciones de paz finalmente concluyan, volveré y encargaré otro mech personalizado, no es que crea que haya muchas esperanzas de que suceda.
—¿Por qué lo dices? —preguntó.