Unas horas después, Feng Yuxiang dejó de moverse sobre una ciudad en el Continente Oriental.
—Hemos llegado —dijo a las otras dos chicas.
—Veo a Yu Rou. Está allá —Meixiu señaló a la pequeña figura parada fuera de las puertas de la ciudad.
Por supuesto, estaba rodeada de jóvenes, igual que cuando Yuan la encontró por primera vez.
—Joven hada, ¿por qué estás aquí sola? ¿Por qué no vienes conmigo y te muestro la ciudad y algo más?
—¡No, deberías seguirme! Mi padre es el
—¿Eh? ¡¿E-Estás flotando?!
La gente allí se sorprendió cuando Yu Rou de repente comenzó a levitar sobre el suelo.
—¡N-No está flotando! ¡Está volando! ¡Un Gran Maestro Espiritual!
Luego, observaron cómo Yu Rou voló hacia Feng Yuxiang y las demás en el cielo.
—Ha pasado tiempo, Yu Rou. Espero no haber interrumpido tu diversión allá abajo —Feng Yuxiang le dijo con una sonrisa.
—Llegaste justo en el momento adecuado, Feng Feng.
—Entonces, volvamos al lado del Joven Maestro, ¿no? Ya estamos atrasados.
