—¿Qué demonios acaba de pasar?! ¿Me lo estoy imaginando o acaba de decapitar el títere especial de entrenamiento que ni siquiera los Guerreros Espíritu pueden destruir?!
Uno de los discípulos allí murmuró con una voz aturdida mientras miraba la cabeza de plata que había rodado unos pocos metros después de ser separada de su cuerpo.
Mientras tanto, el títere de entrenamiento que Yuan había decapitado continuó funcionando, cambiando de colores.
Verde claro, verde oscuro, amarillo claro, amarillo oscuro, rojo claro, rojo oscuro… ¡negro!
Para sorpresa de todos, el títere especial de entrenamiento se había vuelto negro repentinamente, un color que no sabían que existía, ¡mucho menos visto antes!
Yuan miró la espada rota en su mano con una expresión aturdida en su cara. No esperaba que la espada se rompiera tan fácilmente; era como si hubiera golpeado una roca con un huevo. Sin embargo, para su sorpresa, aún había logrado decapitar el títere de entrenamiento.