—Tú, un simple humano, ¿deseas desafiarme, un gigante, a un duelo de fuerza?! ¡Jajaja! ¡Esta es la broma más graciosa que he oído en toda la semana! —El gigante de 11 metros de altura se rió a carcajadas después de ser desafiado por Yuan, su risa hizo temblar el aire.
—¿Por qué no? No es nuestro tamaño lo que importa, sino nuestra fuerza, ¿verdad? —Yuan respondió con una sonrisa tranquila en su cara.
—¿Es tu primera vez en el Continente de los Gigantes, pequeñín? ¿Alguna vez has luchado contra un gigante antes? ¡Los gigantes están en la cima cuando se trata de fuerza natural! ¡Ningún humano ha vencido nunca a un gigante cuando se trata de fuerza pura! ¡Temo que podría matarte accidentalmente si luchamos! ¡Sin embargo, si todavía estás dispuesto a correr un riesgo así, entonces con gusto seré tu oponente!
—Estoy dispuesto a correr ese riesgo. —Yuan asintió con confianza.
—¡Bueno! ¡Entonces déjame decirte algunas reglas! —dijo el gigante.
Y continuó: