Mientras Bai Zemin estaba perdido en sus pensamientos internos, la voz aún adormilada de Lilith lo devolvió al mundo real.
—¿Qué podría ser tan importante como para hacerte suspirar así dos veces seguidas?
Bai Zemin ajustó un poco su postura y la atrajo hacia él. Luego de darle un gentil beso en la parte superior de su cabeza y mientras acariciaba suavemente su delicado hombro desnudo, respondió en voz baja —No es nada importante, solo mi cabeza pensando en qué hacer de aquí en adelante. Vuelve a dormir, te seguiré pronto.
Lilith no insistió y simplemente asintió bonita antes de cerrar sus ojos de nuevo para sumergirse en esa maravillosa tierra de sueños de la que había estado lejos durante tanto tiempo, pero que gracias a Bai Zemin había comenzado a apreciar nuevamente.
Un minuto después, Bai Zemin sintió cómo el pecho de Lilith subía y bajaba rítmicamente con su respiración. Se había quedado dormida de nuevo.
