Cuando las hombreras de Bai Zemin explotaron y la armadura se abrió para finalmente ver sangre derramarse de su cuerpo, Shangguan Bing Xue sintió que su corazón se comprimía.
El miedo y la ansiedad que sintió fueron tan grandes que, aunque sus heridas estaban completamente curadas, sus inestables pies casi la llevaron al suelo. Esta fue una de las pocas veces que perdió el control de su mente y, a pesar del terror que sentía desde lo más profundo de su alma, se negó a retroceder.
Sin embargo, justo cuando apretó su espada y se preparó para ayudarlo a luchar hasta la muerte con este feroz enemigo que había aparecido ante ellos, otro cambio ocurrió en el campo de batalla.
El sonido de algo rompiéndose lentamente se escuchó entre el mortal silencio, entonces, el firme e inquebrantable Jennan abrió la boca.
