—Mundo Oblon.
Bai Zemin finalmente reaccionó al escuchar la voz de Meng Qi. Se levantó abruptamente y su cuerpo parpadeó, desapareciendo de su posición al instante y apareciendo junto a la enorme ventana que casi conectaba el suelo con el techo.
—Esto es... —Bai Zemin murmuró con los ojos abiertos.
Aunque sus recuerdos de aquel entonces no eran muy claros, ya que era solo un niño pequeño en las etapas iniciales de su educación primaria en ese momento, Bai Zemin creía que aunque su piel se arrugase y su cabello se volviese blanco, nunca olvidaría lo que sucedió aquel día en el campo.
—Hermano mayor, ¿qué está pasando? —Meng Qi se acercó y preguntó, con los ojos fijos en las brillantes estrellas carmesí.
Bai Zemin tomó un profundo respiro y explicó lo que había sucedido cuando él todavía era pequeño, luego continuó: