Monica sonrió. Pensó que debía estar pensando demasiado en ese momento.
Un hombre como Brandon era joven y prometedor. A muchas mujeres les gustaría él. Prácticamente hablando, no se enamoraría de ella. Era mayor que él y tenía novio. Para alguien tan orgulloso como Brandon, no había forma de que se enamorara de una mujer que ya tenía a otro hombre. Su ego no lo permitiría.
—Si no tienes nada que hacer, sal y trabaja. No pienses que solo porque me sobornaste, no tienes que trabajar. Siempre he sido una persona que distingue el trabajo y los asuntos privados —Monica fingió ser seria.
—Capitalistas —comentó Brandon—. Son malvados.
Entonces, salió de la oficina de Mónica.
Al salir, la sonrisa en su rostro se desvaneció gradualmente. Incluso había un rastro de amargura.
A ella le gustaba.
Realmente le gustaba.
Sintiéndose impotente, lamentó que su encuentro no fuera en el momento adecuado nuevamente.
Más tarde en la tarde, cuando Mónica estaba en una reunión, sonó su teléfono.
