—Maldita sea. ¿Qué le pasó a Edward? ¡No era el mismo que el anterior Cuarto Maestro Swan!
Jorge vio la sonrisa de Jeanne y su cara, que estaba arrugada por el olor de las zanahorias hace un momento, desapareció cuando vio a su madre reír. No sabía por qué, pero tenía la sensación de que la sonrisa de su madre era genuina... felicidad. La familia de tres tuvo un almuerzo bastante tarde pero feliz.
Lo más importante es que terminaron con las zanahorias. Era como si Edward y Jorge compitieran entre sí, sin querer ser superados, y se comieran todas las zanahorias. De hecho, a Jeanne le gustaban las zanahorias, pero cuando vio que los dos las terminaron todas, no supo si reír o llorar.
Después de la comida, Jeanne recogió la mesa y lavó los platos. Edward la siguió de cerca, sin separarse de su lado. George estaba sin palabras al ver lo pegajoso que podría ser un hombre adulto. ¡Ni siquiera él estaba tan pegado a su madre como antes!