Rubí también le echó una mirada a Gary antes de dirigirse a Mónica. —Mónica, ven arriba conmigo. Hablemoslo en privado.
Mónica se secó las lágrimas y asintió.
Con eso, Rubí llevó a Mónica escaleras arriba hacia su habitación, y Sarah las siguió rápidamente.
En la habitación, Rubí parecía mucho más gentil.
Ella tenía una buena personalidad, considerando que Mónica había estado en innumerables problemas desde que era joven, pero Rubí nunca había golpeado o regañado a Mónica antes.
Ella dijo:
—Mónica, ¿realmente lo has pensado bien?
—Mamá, admito que soy un poco impulsiva por no considerar todo y pedir sus opiniones antes de tomar la decisión de hacer esto, pero realmente no puedo dejar a Michael así. Incluso si ustedes me detienen, o incluso si no tengo amigos, seguiré adelante con mi decisión —dijo Mónica con seguridad.
