—No es mágico en absoluto. —Jeanne dejó la ropa.
Edward levantó la mirada.
—¿No es lo mismo? Al final, de todas formas, lo mandaron lejos. —Luego, ella salió de la habitación.
Edward sonrió.
La partida de Jorge probablemente había llegado a convertirse en una espina en el corazón de Jeanne que no podría ser retirada.
Cuando salió de la habitación, Finn y Jeanne estaban hablando de algunas cosas a tener en cuenta durante su embarazo.
Edward se sentó y escuchó en silencio.
—Cuando estés de siete meses, no te recomiendo que duerman juntos en la misma habitación —dijo Finn.
Los ojos de Jeanne parpadearon y Edward miró a Finn.
—Es porque tú estás de vuelta, y por eso quiero recordarte eso. El bebé ya está muy grande, y sería fácil lastimarla. Además, compartir la misma habitación puede causar fácilmente un parto prematuro, así que debes tener cuidado —dijo Finn.
Si decía la palabra en voz alta, se sentiría avergonzado en su lugar.
—Sí —respondió Jeanne.