La reina y su séquito finalmente abandonaron mi patio. Suspiré aliviada. Sentí que mis rodillas perdían fuerza y cedían. Estaba cayendo cuando alguien detrás de mí me atrapó.
—Lo hiciste bien —León me susurró desde atrás—. Él fue quien me atrapó antes de que cayera al suelo. León me ayudó a levantarme.
—Alicia, hermana —Ricardo corrió hacia mí—. Vaya, lo que hiciste fue increíble. No puedo creer que realmente te enfrentaste a la madre de la Reina y a las hermanas. Y cuando le diste a Elizabeth esa doble bofetada. Pack Pack. Fue genial. Se lo mostraste.
Ricardo recreó mi movimiento y me hizo reír.
—Jaja, ¿en serio? ¿Me veía así? —pregunté divertida.
—Sí, estuviste genial —Ricardo dijo entusiasmado—. Y la forma en que hiciste contacto visual con la madre de la Reina. Me da escalofríos cada vez que la veo. Es muy estricta.
—Basta de hablar mal de tu madre —abuelo se acercó a nosotros—. Alicia querida. Lo siento —el abuelo suspiró.
—¿Por qué, abuelo? No hiciste nada malo —dije.