—James, ¿qué estás haciendo? Todavía es la tercera princesa de Alvannia. No tienes pruebas de que lo hizo a propósito. Fue un accidente —William estaba a mi lado y me consolaba.
—¡Sólo es una bastarda! —gritó James.
Luego, una sombra pasó junto a mí desde atrás. Lo siguiente que supe es que James estaba en el suelo con la nariz ensangrentada.
—¡Mierda! —gritó James—. ¡¿Quién se atreve a golpearme?!
—Te atreves a tocar a mi princesa —dijo una voz fría. Cuando levanté la vista vi la espalda de una figura familiar.
—Sir Leon —murmuré.
Leon me miró. Su rostro estaba lleno de preocupación. Se arrodilló junto a mí.
—Lo siento, mi princesa. No estuve aquí para protegerte. Es mi culpa que te hayas lastimado —León me miró con pesar.
—Mmm, no. No te culpes a ti mismo —le dije.
—¿Quién eres tú para atreverte a golpearme? Soy el hijo del Duque de Carlson —escuché a James gritar—. Soy el heredero del Ducado de Carlson.