Estaba esperando dentro de las caballerizas como León me había instruido. Sostengo con fuerza la daga que me había dejado. Mi corazón latía muy rápido.
Estaba preocupada por León. Dijo que nos seguían desde que salimos de la orilla del río.
«¿Quién querría seguirnos? ¿Cuáles son sus intenciones?» pensé para mí misma.
Luego recuerdo el accidente de más temprano. Cuando casi me atropellan con un carruaje en marcha. Sentí que alguien me empujó.
—¿Alguien quiere quitarme la vida? —me dije a mí misma.
Estaba absorta en mis pensamientos cuando escuché un ruido.
—¿Quién está ahí? —rápidamente me puse en guardia. Desenfundé la daga de su escarabajo y la sostuve a la longitud del brazo. Adopté una postura defensiva.
—Joven dama, no deseo hacerte daño —Se escuchó la voz de un hombre.
Luego el hombre salió de las sombras. Era un joven de cabello castaño oscuro corto y ojos marrones. Llevaba una capa negra.
—¿Qué quieres de mí? —pregunté con autoridad.