(Punto de vista de Satiana)
Tía Leticia y mi hermano Gladiolo estaban sentados en el área de descanso. Las sirvientas les habían traído refrescos mientras me esperaban. Antes de entrar, tomé aire profundamente y entré.
—Espero no haberlos hecho esperar —dije mientras entraba al área de descanso.
—En absoluto —tía Leticia se dio la vuelta y me dio una cálida sonrisa—. Se parecía tanto a mi madre que me hizo detenerme por un momento.
—Estoy feliz de verte de nuevo, Tía Leticia —me acerqué a ella—. Me dio un gran abrazo cuando me acerqué.
—Vaya. Te has convertido en una joven mujer encantadora —tía Leticia me elogió—. Espero que estés bien.
—Sí, estoy bien —respondí luchando contra las lágrimas que intentaban salir de mis ojos.
—¿Por qué lloras, querida? —tía Leticia vio mi máscara y eso rompió cualquier defensa que hice para contener las lágrimas.