Puedo sentir el mismo dolor que sentí cuando di a luz a Alfonso y Aerith. Sabía muy bien que mi cuerpo se está preparando para dar a luz al niño que llevo dentro.
—Preparen toallas limpias y algo de agua caliente en la habitación de su majestad de inmediato —escuché la voz de Tricia dando órdenes a las otras sirvientas.
—T-Tricia —la llamé con voz ronca.
—¿Sí, su majestad? —Tricia estuvo a mi lado en un instante—. Estoy aquí.
Extendí mi mano hacia ella y la sujetó al instante. Puedo sentir su calidez y preocupación irradiándose sobre mí.
—L-León... —pregunté de inmediato.
—No se preocupe, su majestad —Tricia dijo con un tono reconfortante—. Su majestad está en camino mientras hablamos.
Después de escuchar las palabras de Tricia, sentí cierto alivio al saber que Regaleon estaba en camino, pero aún puedo sentir ansiedad, nerviosa de que él no pueda llegar al nacimiento de nuestro hijo menor. Y justo después de pensar en esto, sentí un rayo de dolor en mi parte baja.