—¡G-Gladiolo! —grité con tal.
—¡Si quieres morir tan mal, entonces muere! —Héctor sacó su daga y se preparó para un golpe final. Sangre brotó del hombro de Gladiolo.
—Corre... —Gladiolo miró hacia atrás y me susurró.
Era como si el tiempo avanzara lentamente. Regaleón corría lo más rápido que podía con su espada lista para atravesar a Héctor, pero estaba lejos de donde estábamos. Héctor estaba a punto de atravesar a Gladiolo, quien a su vez estaba a punto de usar su puño para contraatacar.
Pero antes de que la daga llegara a Gladiolo, alguien se interpuso en el camino para recibir el golpe. Sorprendentemente, Patricia se encontraba entre su hijo Gladiolo y Héctor. La daga atravesó a Patricia en el pecho.
—¿M-Madre? —Gladiolo se sorprendió al ver a Patricia frente a él.
—M-Mi hijo... —Patricia gimió, sangre brotaba de su boca—. L-Lo siento, llegué tarde. —Su cuerpo cayó en los brazos de Gladiolo.