Después de que los hermanos Destia abandonaron el comedor, la fiesta continuó como de costumbre. No fui capaz de comer después de vomitar parte de la comida que acababa de ingerir, así que Regaleon y yo nos disculpamos temprano.
—Este es un buen momento para visitar la costa —dijo Regaleon mientras me escoltaba por el pasillo.
—¿Está bien? —pregunté—. Acabamos de disculparnos porque no me sentía muy bien.
—No pueden cuestionar nuestras acciones —Regaleon me guiñó un ojo y sonrió—. Este es un privilegio que solo nosotros los monarcas tenemos —dijo juguetonamente. Me reí con su comentario.
Es algo irrespetuoso disculparse con el anfitrión por sentirse mal y luego verte por ahí en otro lugar al mismo tiempo. Pero como ha dicho Regaleon, como monarcas, no cuestionarán nuestras intenciones.
—Entonces, por favor, guía el camino —dije con una sonrisa. Regaleon mostró una amplia sonrisa.
—Ven, sígueme —dijo Regaleon y me jaló suavemente.