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Pude disfrutar de una siesta refrescante toda la tarde después de almorzar. Cuando me desperté, el cielo se estaba tornando de color rojo anaranjado y el sol estaba a punto de ponerse. Regaleon estaba sentado a mi lado leyendo un libro.
—¿Dormiste bien? —Regaleon preguntó con una sonrisa.
—Sí, me siento renovada después de echarme la siesta de la tarde —respondí con una sonrisa—. ¿Dónde conseguiste ese libro? —pregunté por curiosidad.
Pensé que tal vez Regaleon había salido de nuestra habitación mientras yo dormía. Luego pensé en la posibilidad de que se encontrara con Débora por casualidad y eso me hizo sentir irritada de alguna manera. Sé que Regaleon me ama y es un esposo leal, pero no puedo evitar que mujeres como Débora intenten acercarse y seducirlo. Eso es lo que me hace sentir irritada.
—Si estás pensando que me fui cuando estabas dormida, estás equivocada —Regaleon me sonrió dulcemente.