Se acercaba la medianoche en la hacienda del general Roberto cerca de las afueras de la ciudad.
El viejo general estaba en su estudio mirando algunos papeles. Sostenía un vaso de whisky en su mano. Suspiró profundamente mientras leía los documentos frente a él.
—¿Por qué suspira tan profundamente el viejo general? —La voz de un hombre llegó desde afuera de la habitación.
—¿Quién está ahí?! —Roberto hizo una voz amenazante.
—Cálmate viejo general, soy yo. —El hombre entró en la habitación lentamente.
Cuando estuvo cerca de la luz de la lámpara, se revelaron sus rasgos. Se veía a un hombre con cabello y ojos marrones.
—Eres tú. —Roberto suspiró aliviado—. ¿Qué desea su alteza, príncipe heredero Regaleon de Grandcrest, para estar aquí en la hacienda de este viejo en mitad de la noche?
—Estaba pensando en tener una charla con el viejo general. —León sonrió—. Su seguridad es bastante deficiente general Roberto. Puedo entrar aquí con facilidad.