Nota: Este capítulo tiene contenidos maduros. Léalo bajo su propio criterio.
—Permíteme ayudarte a quitarte el vestido —Regaleon susurró en mi oído—. Su aliento cosquilleaba mi cuello de tal manera que el vello de todo mi cuerpo se erizó.
Sentí las manos de Regaleon en mis hombros. Con sólo su toque, mi cuerpo empezó a sentirse caliente y deseoso. No pasó mucho tiempo, sus dedos empezaron a hacer el trabajo de desabotonar mi ropa. Estamos solos en medio de la nada, y sólo puedo escuchar los sonidos de la naturaleza. Mi corazón latía tan fuerte que temo que Regaleon pueda oírlo también.
—Tu piel está bastante enrojecida —Regaleon dijo detrás de mi oído.
Su aliento me hizo estremecer. No pasó mucho tiempo, pude sentir sus manos acariciar mi espalda desnuda.
—Ahh... —Un gemido escapó de mis labios, pero me cubrí la boca con mis manos para contenerlo.