—¿No te parece feo? ¿No te asusta? —León me miró. Me miró directamente a los ojos. Estaba buscando algo en ellos.
Negué con la cabeza. —No me asusta —dije sinceramente.
—¿Entonces, me tienes lástima? —León preguntó seriamente. Sostenía mis ojos con los suyos, atrapados en su mirada.
¿Le tengo lástima? Me pregunté a mí misma.
Negué con la cabeza nuevamente. —No, no te tengo lástima. Al contrario, estoy feliz y orgullosa —respondí.
—¿Feliz y orgullosa? —León me miró con interrogante.
Asentí.
—Porque has pasado por esto y has salido con vida. Así que estoy feliz porque sigues vivo y pude conocerte —dije mientras lo miraba a los ojos—. Orgullosa porque has pasado por esto y, a pesar de todo, puedes seguir viviendo con una brillante sonrisa en tu rostro.
—¿Brillante sonrisa? —preguntó León.
Me sonrojé y desvié la mirada. —S-sí. Me gusta mucho tu sonrisa —dije tímidamente.
León se rió entre dientes. —Realmente eres diferente, Alicia.
