"Los ojos de Clara se abrieron de par en par con asombro mientras su espada volaba fuera de su mano. Luego giré mi espada y usé su empuñadura de nuevo para asestar un golpe más poderoso en el estómago de Clara. Sus ojos se volvieron blancos y cayó al suelo inconsciente.
—Lo hiciste, Alicia. Ganaste —Guillermo me miró con sorpresa y elogio.
—Supongo que sí —estaba jadeando ligeramente—. Gané mi primera batalla real uno a uno.
Juzgando por la confianza de Clara, estaba seguro de que ella es una luchadora capaz. Pero sé que tengo una ventaja porque ella no conoce mis verdaderas habilidades. Bajó la guardia y esa fue su caída.
Miré a la joven mujer inconsciente en el suelo y vi la roca que estaba sosteniendo a su lado. La recogí y empecé a inspeccionarla.
Mirándola de cerca, parecía una roca ordinaria pero de color negro como el carbón. Su superficie era suave al tacto y se sentía fría en mi palma.
—Guillermo, es mejor que tú tengas esto —le entregué la roca a Guillermo.