—Papá debe estar esperándome —dijo Cristóbal con calma, sosteniendo su mirada—. Iré a hablar con él primero.
Se dio la vuelta para irse.
Gloria se sintió extremadamente molesta, pero no pudo detenerlo ya que sabía lo furioso que estaba Adrián. Si mantenía a Adrián esperando demasiado tiempo, su ira solo crecería.
Lo llevó a Cristóbal a su habitación para advertirle que tratara con cuidado a su padre. Temía que la apatía e indiferencia de Cristóbal alimentaran la ira de Adrián.
Lo último que quería ver era a ellos peleando. Pamela solo tendría más razones para burlarse de ella.
—Cristóbal, hijo... —Lo llamó ansiosamente—. Ten cuidado con tu padre. Está furioso contigo. No pierdas la calma frente a él.
Tomó su mano en la suya y le suplicó. Su preocupación era visible en su rostro.
La expresión de Cristóbal se suavizó. Puso su mano sobre la de ella y asintió tranquilizadoramente. —Descansa un poco, mamá. Todo va a estar bien.
Él fue al estudio y golpeó la puerta.