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Los ojos de María se ensancharon en shock y su pecho se hinchó de ira al observar a su hija. Las palabras de Britney eran como dagas, penetrando profundamente en el alma de María, causando que su cara se enrojeciera con ira. No quería más que abofetearla en la cara, sus manos temblando de furia.
Sin embargo, Britney no dejó que la furia de su madre la afectara. La provocaba, disfrutando del control que tenía sobre la incapacidad de María para comunicar sus pensamientos efectivamente.
—¿Estás molesta, querida madre? ¿Quieres quejarte de mí ante mi padre? Adelante. Dile todo. Pero ambos sabemos que él no te entenderá. Tus palabras no significan nada para él. Humph... —Ella resopló—. Estoy segura de que no está interesado en escuchar de ti. Así que es mejor si no dices nada.
La maldad en la mirada de Britney se agudizó al observar las manos temblorosas de su madre. Continuó su ataque, menospreciando la falta de capacidades físicas de María.