Jasper apretó y aflojó su mandíbula. Deseaba poder irse en ese mismo momento. Tomó una respiración profunda, intentando mantener la calma.
En ese momento, su mirada cayó sobre la sopa, que había sido especialmente preparada para ella. Pero a ella nunca le gustó tomarla, ya que siempre se quejaba de que era amarga.
Una sonrisa astuta se esparció por su rostro al surgir una idea en su mente.
—Por supuesto. —Tomó el bowl de sopa y se lo extendió, sus ojos brillaban—. Aquí, Britney. Come. Es bueno para ti.
La sonrisa de Britney desapareció al instante y su cara se torció en disgusto.
—No, no esa sopa, —protestó—. No me gusta.
—Vamos, —la incitó Jasper—. No seas infantil. Esto es bueno para tu salud. —Inhaló profundamente, aspirando el olor herbal de la sopa—. Es refrescante. No está tan mal.
Britney rodó sus ojos, murmurando algo bajo su aliento.
Jasper llenó una cuchara y sopló sobre ella. Llevó la cuchara a sus labios y exigió:
—Solo prueba una cucharada. Abre la boca.