La irritación inicial de Abigail se suavizó cuando Cristóbal la abrazó fuertemente. No pudo resistirse al gesto afectuoso, aunque todavía intentaba mantener un semblante de enfado. Sus acciones juguetonas traían una pequeña sonrisa a su cara, a pesar de sus mejores esfuerzos por mantenerse seria.
—Deja de ser tan ridículo —dijo ella, tratando de sonar seria pero sin poder ocultar su diversión—. Intentó empujarlo, pero no con tanta fuerza como antes.
Cristóbal, sin embargo, se mantuvo aferrado a ella.
—No puedes simplemente abrazarme para salir de este lío, sabes —refunfuñó ella.
Cristóbal levantó la cabeza, mirándola a los ojos con un atisbo de travesura. —Lo sé —respondió, su tono ahora más serio—. La cagué, y lo siento de verdad. No debería haber dudado de ti, y lamento cada palabra hiriente que dije.