Abigail regresó a su habitación, decidida a poner su fe en Cristóbal y esperar a que él viniera a buscarla pase lo que pase.
Una sonrisa agridulce se dibujó en los labios de Abigail mientras se sentaba en el borde de su cama. Dejó que sus recuerdos de Cristóbal la envolvieran en la comodidad de su habitación, calentando su corazón y reafirmando su amor eterno por él. Con cada recuerdo, su amor se fortalecía, como si grabara cada momento apreciado más profundo en su alma.
Las palabras que él le había dicho resonaban en su mente, su sincera sinceridad aún reverberaba dentro de ella. Casi podía escuchar el suave timbre de su voz, que había conmovido su corazón. Era como si sus palabras le hubieran insuflado vida, encendiendo un fuego dentro de ella que nunca se apagaría.
Abigail recordó la cena romántica que él había organizado para ella. Había sido una noche hermosa, y ella se había sentido muy especial.