—Sentada en un taxi, Amy miraba por la ventana mientras las luces de la ciudad parpadeaban al pasar, y los pensamientos giraban en su mente.
Intentaba concentrarse en la emoción de ver una película de medianoche, pero su corazón estaba pesado, agobiado por la ausencia de su compañero de fin de semana.
Habían pasado dos semanas desde la última vez que escuchó de Lucas, y cada día desde entonces había sido una batalla contra sus propios pensamientos y sentimientos.
No dejaba de preguntarse qué había hecho para merecer que Lucas la ignorara de esa manera.
Incluso le había enviado una serie de mensajes de texto disculpándose por la broma sobre conocer a alguien en el spa, pero no había habido respuesta de él.
Miró su teléfono como había estado haciendo en las últimas dos semanas, medio esperando que apareciera una notificación, aunque se había convencido de no importarle más.