Al día siguiente, mientras Lucy estaba en su oficina revisando sus correos electrónicos, levantó la cabeza cuando la puerta de su oficina se abrió bruscamente y una sonrisa se dibujó en su rostro al ver entrar a Jade.
—No puedo creer que trabajemos bajo el mismo techo y casi nunca nos veamos —comentó Jade, su tono bromista mientras entraba sosteniendo una taza de café humeante en un vaso de poliestireno. Su cabello oscuro enmarcaba su rostro y sus ojos brillaban con la mezcla habitual de picardía y calidez.
Lucy se recostó en su silla, riendo suavemente. —Bueno, eso demuestra que ambas somos personas ocupadas. Y tal vez si nuestras oficinas estuvieran en el mismo piso habría sido más fácil encontrarnos más a menudo.
Jade negó con la cabeza en un desacuerdo juguetón mientras se sentaba en el borde del escritorio de Lucy, cruzando una pierna sobre la otra. —Eso no explica por qué todavía no has venido a mi oficina.